Sabías qué? Las Monedas de Oro "Las Morocotas" no es Venezolana!

Sabías Qué?

LAS MONEDAS DE ORO

“LAS MOROCOTAS” no es Venezolana!

Hoy en día todavía muchos venezolanos por desconocimiento, creen que la Morocota es una moneda Venezolana; pero no lo es! El nombre de “Morocota” se le dio en Venezuela a las monedas de Oro de 20 Dólares de los Estados Unidos de América, que circulo libremente en Venezuela durante gran parte del siglo XIX. 

Según Julio Calcaño en su obra El castellano en Venezuela, “Este nombre le fue dado a la onza americana por el general José Tadeo Monagas, cuando por primera vez se recibió dicha moneda en Caracas”, supuestamente por el parecido de la moneda al pez morocoto (también conocido como cachama blanca). Posteriormente el nombre de “morocota” se le empezó también a dar al “Pachano” (1886) que si es una moneda Venezolana, moneda también de oro de similar tamaño a la anterior que tenía como valor nominal 100 bolívares y que debe su coloquial nombre pachano al director de la casa de la moneda para ese momento, Dr. Jacinto Regino Pachano”, durante el gobierno del Gral. Antonio Guzmán Blanco.

Desde hace mucho tiempo existieron las morocotas, eran monedas de oro que tenían  mucho valor, por ser de oro.

Ahora les voy a contar un CUENTO de las famosas MONEDAS DE ORO

“LAS MOROCOTAS”

Cuenta mí tátara...abuela que había soñado, con el difunto o sea con (mí tátara …abuelo) y le dijo en el sueño, donde había enterrado una botija de monedas de oro y que solo ella conocía el lugar, la tátara…abuela comenzó a excavar hoyos en todo el solar de la casa, y no lo hayo. La gente le decía que debía buscar a un faculto, que él sabía cómo proceder para encontrar los tesoros enterrados.

Pasaron los días y la tátara...abuela por fin se decidió y contrató a él “faculto del pueblo del estado Sucre”. El faculto le pregunto a la tátara...abuela, cuál era el lugar favorito del tátara...abuelo, por supuesto contesto, las matas de cambur, pues así de fácil, localizó la botija llenas de morocotas y ni un segundo perdieron para sacarla. La tátara...abuela cuando quiso tomar posesión de las morocotas, el faculto le dijo: Un momento la cosa no es así, para que alguien tomara el dinero, hay que pagar primero una misa al difunto y dejar la botija con sus morocotas, sobre una mesa, que le caiga el sereno y esperar hasta mañana… Si el difunto quiere que usted sea la dueña de las morocotas, estas amanecerán intactas, Si no, aparecerá la botija solamente llena de cenizas de carbón. A la mañana siguiente la botija apareció llena de carbón y por supuesto las morocotas habían desaparecido.  

Paso mucho tiempo, la tátara…abuela estaba muy consternada y triste, y ella fue a la iglesia y le contó al Sacerdote del Pueblo, este le explico que no fue la voluntad del difunto, sino el bandido del faculto, quién se llevó las morocotas, porque él se lo había confesado.